FLORIANOPOLIS, Brasil (Enviado especial, Roberto Espinosa).- El pequeño grupo de periodistas argentinos se apresura a dar tres vueltas bajo la imponente copa de 150 años en la plaza 15 de Noviembre. Según la leyenda azoriana, quien llega a Florianópolis y da los giros correspondientes a la higuera es recompensado con salud, dinero y amor, y puede gozar de la esperanza de regresar a esa promesa de océano, playas y morros (cerros) que es la capital del Estado de Santa Catarina. "¿Y qué sucede si uno ignora la profecía portuguesa", curiosea un cronista. "Cambia de sexo. Es una maldición de las brujas", responde con picardía Celia Cabezas Jaramillo, una chilena que se afincó en "Floripa" hace más de 30 años, empujada por la dictadura de Pinochet.
"Los azorianos llegaron a esta región en el siglo XVIII; eran muy supersticiosos. Dicen que donde está la plaza 15 de Noviembre, la principal, había una higuera que fue trasplantada y sobrevivió el brote. Las brujas pueden maldecir a quien no las respeta", advierte la eficiente guía turística.
La ventana a la isla de Santa Catarina, llamada en otros tiempos "Nuestra Señora del Destierro" o Isla de Magia, es Florianópolis que, a su vez, tiene una porción continental a la cual se llega a través del puente Hercilio Luz.
Los primeros habitantes de la isla de Santa Catarina fueron los tupis-guaraníes. Divididos en varias tribus y aldeas, ocuparon la mayor parte del área litoraleña y fueron llamados Carijós por los europeos que aquí llegaron.
Un centenar de playas -muchas poco frecuentadas- disputan en belleza y bondades paisajísticas, buscando seducir al turista. Las hay extensas, con anchas franjas de arena; pequeñas en las bahías, las propietarias de olas estridentes y las de mar tranquilo; las urbanizadas; las desiertas a las cuales se llega por sendas. Los amantes del surf, de la pesca y del windsurf tienen variadas opciones. Los lagos, lagunas y sierras se suman a esta oferta para el visitante que no sólo busca desparramarse en la arena. "El barrio San Antonio de Lisboa es el más antiguo y es famoso por sus ostras y mejillones. Florianópolis es la mayor productora de ostras del Brasil y un polo informático importante. También es interesante el barrio Cacupé (significa "pedazos de concha en los pies). El barrio de los Ingleses es el más poblado. No tenemos industrias ni fábricas; se vive del turismo", apunta la chilena.
Entre su porción isleña y la continental, Florianópolis abriga a unos 700.000 habitantes. La mata atlántica, en la que reina el garapuvú -árbol emblemático-, envuelve con su verde toda la isla. "La madera del garapuvú es impermeable. Los indios la usaban para construir canoas por la facilidad de tallarla y moldearla. Tenemos una gran diversidad poblacional. De los portugueses que vinieron del Archipiélago de las Azores hemos heredado su cultura, facciones físicas y una forma cerrada de hablar. También las fortalezas que construían para protegerse", acota Celia.
Hasta la década de 1970 se podía cazar ballenas que iban a aparearse o a tener cría. Ahora sólo se realizan avistajes entre junio y noviembre. Lo cierto es que entre playas, brujas, supersticiones y ballenas, Florianópolis es una puerta abierta al sol, a la sensualidad y a la vida.
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